La sobreeducación: una realidad micro con determinantes macro
La sobreeducación: una realidad micro con determinantes macro
Llamamos sobreeducación al desajuste que se produce cuando un trabajador tiene un nivel educativo superior al necesario para desempeñar su puesto de trabajo. Se trata así de un desequilibrio entre oferta y demanda de trabajo, entre el potencial o las capacidades de los trabajadores y lo que en realidad el sistema productivo les reclama. A nivel agregado y en términos dinámicos, el fenómeno es el resultado de una evolución más rápida del nivel educativo de la población que de las necesidades formativas de los puestos de trabajo. Oferta y demanda avanzan así “a dos velocidades”.
En la búsqueda de explicaciones a este desfase los investigadores han analizado tradicionalmente tanto características micro – de los propios trabajadores y de los puestos de trabajo – como macro, es decir, el contexto definido por el ciclo económico y por el sistema educativo e institucional. Entre las primeras se encuentra la experiencia en el mercado de trabajo, que facilita la corrección de los desajustes a través de la movilidad laboral, así como la adquisición de soft skills que complementan a la educación formal y que permiten al trabajador aprovecharla mejor en su puesto de trabajo.
Determinados colectivos (jóvenes, inmigrantes, mujeres…) registran un mayor riesgo de sobreeducación que otros, por diversas razones. Además, las ramas productivas que incorporan tecnología y conocimiento más despacio son las más susceptibles de generar empleos de baja cualificación. De este modo, las diferencias en la composición sociodemográfica y en el tejido productivo entre territorios pueden contribuir a explicar la distancia registrada en la tasa (riesgo agregado) de sobreeducación entre ellos.
A estos factores hay que sumar otros menos evidentes, pero también muy relevantes, en los que se pone énfasis en una reciente investigación[1]. Se trata de la incertidumbre derivada de la dispersión en los rendimientos a la educación y los elementos institucionales que describen los mercados de trabajo y los sistemas educativos. Algunos de ellos han sido recogidos en la literatura[2] donde se señala la protección frente al despido como un elemento que, al inhibir la movilidad laboral, implica un enquistamiento de situaciones de sobreeducación. También la rigidez en la determinación de los salarios reduce su función “señalizadora” de empleos de baja (o alta) productividad, dificultando así una correcta asignación del capital humano en el mercado de trabajo.
Para explorar la influencia de los factores agregados, en Davia et al (2016) se modelizan las tasas de sobreeducación en un nutrido número de regiones en la Unión Europea y se observa que algunos de los elementos micro, una vez agregados, contribuyen a explicarlas. Un ejemplo de esto es el porcentaje de mano de obra de origen inmigrante en la región, que contribuye a explicar las diferencias en tasas de sobreeducación en los varones. También se contrasta la capacidad de la dispersión salarial y de los factores institucionales – de ámbito nacional – para explicar estos gaps en sobreeeducación, algunos de los cuales que resultan relevantes.
Las regiones más afectadas por la sobreeducación son, como es de esperar, las que tienen un mayor desequilibrio entre la composición educativa de la oferta laboral y la de la demanda (medida a través de la distribución del empleo asalariado por niveles educativos). También, y esto es preocupante, es más alta allá donde las tasas de participación de los jóvenes en la educación superior son mayores, lo que apunta a una realidad “enquistada” y quizá a una baja movilidad geográfica y laboral en Europa. El indicador de dispersión salarial no logra explicar diferencias en sobreeducación, pero los elementos institucionales que contribuyen a la determinación salarial y a la estructura del empleo tienen un efecto interesante: una vez se tiene en cuenta la estructura demográfica y productiva de las regiones, las tasas de sobreeducación de los varones están negativamente relacionadas con la densidad sindical y la de las mujeres, con el indicador EPL (Employment Protection Legislation). Por tanto, no parece que las instituciones laborales estén contribuyendo al desajuste, sino que éste responde más a la planificación de las políticas educativas y a las decisiones de demanda de educación formal en una población que trata, con ella, de escapar de los puestos de trabajo menos deseables.
[1]Davia, M.Á., McGuinness, S. y O´Connell, P. (2016): Determinants in regional differences in rates of overeducation in Europe, Social Science Research,http://dx.doi.org/10.1016/j.ssresearch.2016.09.009.
[2] G. Quintini (2011) Over-Qualified or Under-Skilled: A Review of Existing Literature. OECD Social, Employment and Migration Working Papers, No. 121 OECD Publishing, Paris; http://dx.doi.org/10.1787/5kg58j9d7b6d-en.