El empleo y el paro ante el primero de mayo
Publicado previamente en el diario bez.es
EL EMPLEO Y EL PARO ANTE EL PRIMERO DE MAYO
José Ignacio Pérez Infante
Economista y miembro de la Asociación Española de Economía del Trabajo y de Economistas Frente a la Crisis
Con los datos recientemente publicados por el INE de la Encuesta de Población Activa (EPA) correspondientes al primer trimestre de 2016 el empleo ha disminuido en 64.600 personas (el -0,4%), lo que cuestiona el optimista discurso del Gobierno sobre la superación de la crisis económica y la situación muy favorable de la economía y del mercado de trabajo. Es cierto que el primer del año es un período estacionalmente desfavorable para el empleo, sobre todo para la construcción y los servicios por razones fundamentalmente climatológicas (factor que en este año no ha sido particularmente adverso) y que con datos desestacionalizados la situación no es tan negativa. En efecto, con las tasas de variación intertrimestrales de estos datos que también publica el INE el empleo habría aumentado el 0,9%, algo más que en el primer trimestre de 2015 (0,8%), pero algo menos que en el mismo trimestre de 2013 (1%), cuando la economía española todavía se encontraba en una situación de recesión económica con descensos del PIB.
Pero lo que es muy importante es que en el primer trimestre la recuperación económica no está siendo suficiente para compensar las desfavorables circunstancias para el empleo de los primeros trimestres cayendo la población ocupada en ese trimestre, algo que no ocurría en los años de expansión económica anterior: así en los primeros trimestres del período 2001-2007 el empleo aumentó a pesar de las circunstancias igualmente desfavorables de ese trimestre. Aparte de que las cifras originales del empleo del primer trimestre de este año están afectadas por el efecto calendario de la Semana Santa, que en 2016 ha caído plenamente en marzo, algo que no ocurrió en 2015 (solo parcialmente) y en 2014 (totalmente en abril). Y esto es muy relevante porque el dato desestacionalizado del INE no corrige ese efecto calendario de la Semana Santa, lo que hace complicado comparar la cifra de este año con la de los dos años precedentes.
Por lo tanto, difícilmente puede mantenerse que las cifras de empleo del primer trimestre son tan favorables como se defiende desde las instancias oficiales, sobre todo cuando hay más de dos millones setecientas mil personas ocupadas menos que antes de iniciarse la crisis económica en el tercer trimestre de 2007, lo que es significativo del enorme esfuerzo de crecimiento económico y de creación de empleo que será necesario en los próximos años para superar las consecuencias de la crisis económica en el mercado de trabajo.
Pero, además de ese descenso del empleo, la calidad del mismo sigue empeorando en los últimos años a pesar de la recuperación económica y de las reformas laborales aprobadas, al hacerse más precario por el aumento de la temporalidad y del tiempo parcial, lo que, junto al proceso de devaluación salarial, que afecta sobre todo a los salarios más bajos, ha supuesto un importante deterioro de la situación económica y de la calidad de vida de los trabajadores, al mismo tiempo que se producía un considerable avance de la pobreza y de la desigualdad que emplaza a España entre los países peor situados de la Unión Europea en estos problemas.
En este sentido, la tasa de temporalidad (porcentaje de asalariados con contrato temporal), la segunda más alta de la UE, después de Polonia, con el 25% en el primer trimestre de 2016 es 3.1 puntos superior a la de tres años antes (cuando todavía se encontraba la economía española en depresión), lo que supone que el empleo creado durante la recuperación económica ha sido principalmente temporal (más del 70% del crecimiento del empleo asalariado desde entonces). Por otra parte, la tasa de parcialidad (porcentaje de ocupados con empleo a tiempo parcial) se sitúa en porcentajes cercanos al 16% (el 15,7% en el primer trimestre de 2016), cuando no se alcanzaba el 12% antes de iniciarse la crisis económica. Y ello es muy significativo, sobre todo si se tiene en cuenta que prácticamente las dos terceras partes del trabajo a tiempo parcial es involuntario, porque, mientras que desde el inicio de la crisis la población ocupada a tiempo completo ha disminuido en casi tres millones trescientas mil personas, la ocupada a tiempo parcial ha aumentado en más de medio millón de personas.
Y las consecuencias de la mayor precariedad del empleo son muy negativas, no solo por los efectos depresivos sobre el nivel de vida de los trabajadores, sino también porque favorece el estancamiento prácticamente total o, incluso, el retroceso de la productividad por ocupado, ya que el crecimiento del empleo es muy similar o hasta superior al del PIB, que, según el dato anticipado por el INE crecerá en el primer trimestre en tasa interanual en términos desestacionalizados el 3,4%. Y ello porque ni el modelo productivo de la economía española ni la importancia de la precariedad del empleo se han visto afectados sustancialmente en los últimos años.
En esta situación, en el primer trimestre de 2016 la población activa ha continuado disminuyendo, algo que parece contradictorio con una situación de mejora de la economía y del empleo que suele incentivar la participación en el mercado de trabajo de personas hasta entonces inactivas. Pues bien, la mejora económica no ha surtido ese efecto y la población activa ha retrocedido en ese trimestre en 52.700 personas en relación con el trimestre previo y en 78.400 personas en relación con el año precedente. Y ese descenso que se produce casi continuamente desde 2011, se debe fundamentalmente al retorno a sus países de antiguos inmigrantes extranjeros, a la emigración al extranjero ante la situación del mercado de trabajo de jóvenes nacionales y al envejecimiento de la población española como reflejan los datos conocidos del Padrón Continuo de Población.
Y debido a ese descenso de la población activa se limita el crecimiento del paro, puesto que, pese a disminuir el empleo en casi sesenta y cinco mil personas, el paro ha crecido en 11.900 personas. Es decir, ni el efecto Semana Santa ni el descenso de la población activa han podido evitar que el paro crezca. En cualquier caso,, el número de personas paradas asciende en el primer trimestre de 2016 a casi cuatro millones ochocientas mil (4.791.400), prácticamente tres millones más que antes de la crisis, lo que supone una tasa de paro del 21%, cuando apenas alcanzaba el 8% a mediados de 2007.
Pero no solo son preocupantes la cifra y la intensidad del paro porque también lo es su distribución, notablemente desigual entre colectivos y a nivel territorial (la tasa de paro de los jóvenes es de prácticamente el 50% y, dentro de ellos, la de los menores de 20 años asciende al 64.1%, mientras que en algunas comunidades autónomas como Andalucía y Extremadura se acerca al 30%). Y en este sentido, cabe destacar la importancia del paro de larga duración (compuesto por las personas que llevan buscando empleo al menos un año), que, con más de dos millones setecientas mil personas, representa más del 60% (60,8%), cuando a principios de 2008 apenas representaba el 20%. Es más el paro de muy larga duración (el compuesto por las personas que llevan buscando empleo al menos dos años) afecta actualmente a más de dos millones de personas y se sitúa en el 44,1% del paro total. Pues bien, ese aumento del paro de larga duración, junto a los recortes en las prestaciones por desempleo que introdujo el Gobierno del PP en julio de 2012, y que no parece que sea muy recordado por políticos y sindicalistas, explicaría el retroceso que desde 2010 se está produciendo en la tasa de cobertura de esas prestaciones (que relaciona los perceptores de alguna de las prestaciones por desempleo con el paro registrado), desde porcentajes cercanos al 80% en 2010 a porcentajes que apenas supera el 50% actualmente.